sábado, 27 de marzo de 2010

Miguel Grau : entre el grado y el "Huàscar"

Una encuesta publicada en el diario El Comercio el 28 de julio del año 2002, refería que un 66 por ciento de los encuestados, reconocían a la historia como la principal razón de sentirse orgulloso de ser peruano. Pero además, a la pregunta ¿Qué personaje de la historia te hubiera gustado ser?, el 31 por ciento de los encuestados propusieron en primer lugar a Miguel Grau. Ignoramos muchos, que el “Caballero de los mares”, reconocido últimamente también como el “peruano del milenio”, pasó a la inmortalidad durante el Combate de Angamos, con el grado de oficial que no le correspondía a su investidura. Pues como lo propone Julio Villanueva Sotomayor y al cual me remito. En el momento de morir gloriosamente, el comandante del monitor Huascar tenía el grado de contralmirante; grado que había sido propuesto por los diputados de nuestro Congreso en sesión del 1 de agosto de 1879 y al cual fue ascendido por ley, el 27 de agosto en agradecimiento a sus grandes hazañas realizadas en los meses anteriores. Pero el 31 de dicho mes y al desembarcar en Arica, Grau al enterarse de su ascenso decidió no usar las insignias correspondientes al de contralmirante porque hacerlo significaba alejarse del comando del monitor, cosa que le disgustaba. Para él, los mejores servicios a la patria los realizaba desde el Huascar, el cual era parte de su vida, desde el año de 1868 cuando el gobierno le entregó por primera vez el comando del monitor. Y, por eso, con el uniforme de comandante pasó al lugar de los héroes.

Este hecho sería confirmado once años después del glorioso combate por Pedro Gàrezon; quien durante la guerra con Chile ostentaría el grado de teniente primero y después de haber servido en nuestra desaparecida fragata Independencia, pasó a formar parte de la tripulación del Huàscar. Personaje clave y sobreviviente del combate de Angamos, pues aparte de ser el oficial encargado de derrota y señales, fue el quinto en asumir el mando del monitor, izando personalmente nuestra bandera al ser cortada la driza por un proyectil chileno, finalmente dio la orden de abrir las válvulas para hundir la nave, orden que como sabemos no llegó a cumplirse en su totalidad.

Pasado los años de la guerra y durante la primera presidencia del general Cáceres, Gàrezon comenzó su nueva labor como Cónsul de nuestro país en varios países europeos.

El año de 1890 fue de mucha importancia para nuestro país, los restos de Miguel Grau, que se encontraban enterrados en Santiago de Chile, fueron repatriados al Perú, fue entonces y estando en Burdeos (Suroeste de Francia) que Gàrezon escribió un memorandum a la revista Perú Ilustrado, por ocasión de lo sucedido; en ella describe a la persona de Miguel Grau durante el combate de Angamos de la siguiente manera:“ Al entrar en combate, el Contralmirante vestía pantalón azul sin galón, levita de paño castro del mismo color, con tres botones en las bocamangas; llevaba prendidas las insignias de capitán de navío , calada la gorra con placa y calzaba botines de cuero elásticos. El Contralmirante no llegó a usar a bordo el uniforme de su clase ni arboló su insignia de Contralmirante”.

Grau por lo tanto llegaba a cumplir aquello que se había propuesto, morir junto a su arma de guerra, el Huascar. Objetivo que siempre estuvo en la mente de tan brillante marino y como también lo confirma la historiografía peruana, al referirse que en cierta ocasión, en el Club Nacional y durante el brindis, Grau llamaba la atención de todos los concurrentes con las siguientes palabras: “si el Huascar no regresa triunfante al Callao, tampoco yo regresaré”.




Pedro P. Soto Canales
Profesor de Historia del Perù
Universidad Católica Sedes Sapientiae

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